Las empresas de preparación de terreno saben lo importante que es conocer la calidad de la tierra donde se va a trabajar. La textura y los componentes que conforman el terreno, son determinantes para elegir los métodos de construcción o elegir otra ubicación. Por eso, existen criterios para diferenciar a los tipos de suelos.
Cada tipo tiene características y componentes diferentes. Esos factores influyen en que se consideren ideales o no aptos para la edificación. A continuación, se va a pasar a hablar en detalle acerca de cada uno.
Tipos de suelos
La clasificación de los suelos se puede dividir en cinco categorías, son las siguientes:
Suelo arenoso
Estos suelos tienen una conformación que los hace muy estables ante los cambios de humedad o temperatura. Cuando su granulometría varía entre media y gruesa, los materiales arenosos pueden sustentar estructuras de manera bastante favorable. En este caso, se recomiendan cimentaciones en losa.
El problema de estos suelos es su vulnerabilidad a la erosión, lo cual perjudica a los cimientos y estructuras de un edificio. Además, las arenas finas se pueden densificar durante los movimientos sísmicos. Para contrarrestar esta característica, las empresas de preparación de terreno recomiendan optar por cimientos profundos.
Suelo arcilloso
La principal característica de este tipo de suelos es su gran plasticidad. Al absorber humedad, la arcilla se expande y se contrae al perder agua. La zona superficial del terreno es la más activa en cuanto a los cambios, por eso se recomiendan cimientos bastante profundos.
Por otro lado, los suelos arcillosos tienen una dureza variable, dependiendo de su cantidad de humedad. Cuando el material se encuentra húmedo, se vuelve muy moldeable y propenso a las deformaciones. Sin embargo, al secarse adquiere una consistencia muy dura y compacta que es muy difícil de trabajar. Por esta razón, se debe tener en cuenta el clima del lugar de trabajo antes de una construcción.
Suelo limoso
Es fácil confundirlo con la arcilla o la arena por su grano fino. Sus partículas suelen tener un origen mineral y varían en tamaño, desde los 0.05 milímetros. Una de sus características es su escasa plasticidad. Por ende, los tipos de suelos clasificados como limosos no tienen capacidad de cohesión. Este material filtra el agua con rapidez.
Suelo de grava
Este material está compuesto por pedazos de roca de tamaños mayores al cuarto de pulgada. Aunque, la grava no tiene capacidad de cohesión ni plasticidad, se considera muy estable para cimiento y rellenos. De todos los tipos de suelos, es el de mayor permeabilidad. Su estabilidad aumenta cuanto más variado sea el tamaño de los granos.
Suelo de materia orgánica
Si tiene en sus manos tierra muy oscura (casi negra) y con mal olor, entonces, se enfrenta a un suelo de composición orgánica. Este material es común en zonas donde se encontraban pantanos o ciénagas. El suelo orgánico también se conoce como “Turba” y es altamente esponjoso. Además, suelen crearse agujeros al descomponerse los restos vegetales que contiene. No es posible construir sobre este tipo de suelo.
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